Libros
No Dieta
Millones de personas con sobrepeso se han sometido durante el siglo XX a dietas de hambre que sólo llevan a la frustración y al fracaso. Hemos convertido el acto de comer en un ilícito. En éste, su primer libro, Mónica Katz plantea que las dietas tal como las conocemos no funcionan y propone un modelo de tratamiento basado en el placer. Para la autora, ningún alimento debe estar prohibido, si la idea es tener una buena calidad de vida, y un cuerpo cómodo y sano. Sólo es cuestión de aprender a regular la ingesta basándonos en el propio registro de hambre.
A través de un recorrido intelectual por distintas corrientes del pensamiento que explican los conceptos de belleza, Katz desentraña los mitos que se han creado alrededor del tema, y asegura que lo bello es una construcción cultural que puede ser modificada.
Combinando la evidencia científica y la práctica de una clínica nutricional, propone una lectura destinada a los propios colegas y a las personas que se atreven a intentar un nuevo estilo de abordaje del exceso de peso. Con ejemplos y ejercicios prácticos de motivación, Katz demuestra que es posible adelgazar sin caer en un dietismo crónico: “Comer debería ser un placer, no un ejercicio intelectual”, asegura.
La autora se atreve a decir que es hora de que el imperio de la imagen –y la tiranía de la belleza y la juventud eternas– sean destronados junto con las dietas que surgieron a su servicio. Ha llegado el momento de rescatar la unicidad y la esencia de cada uno de nosotros sin renunciar a la salud ni al placer.
Comer
Es muy curioso el modo en que empleamos las palabras. Hay un diccionario secreto que cada uno guarda en su corazón, como un eco feliz o sombrío de un sonido que encierra significados difíciles de comunicar. Mientras suponemos que hablamos deslizándonos sobre un código compartido, todos guardamos sentidos propios que los demás ignoran. Esta sensible percepción impulsó una serie de encuentros convocados por un verbo: "comer", "pensar", "amar".
Se invitó a personas de diversas disciplinas a contar lo que esa palabra significaba para ellas. La experiencia resultó de una intensidad impensada, los significados estallaron, y por algún motivo ¿o por muchos¿ el encuentro "Comer" fue uno de los más convocantes y de los más intensos. Patricia Aguirre, Mónica Katz y Matías Bruera hicieron detonar muchas certezas, y así nació este libro.
Aquí está la palabra impresa para acceder a ella con la pausa reflexiva que la lectura permite, para volver sobre estas ideas todas las veces que sea necesario. Para el disfrute, pues el pensamiento también es una forma de la belleza. Porque aunque tengamos la sensación de que vivimos atormentados por la estupidez, aún hay personas que pueden sustraerse a la trivialidad imperante, y lectores dispuestos a compartir esa vivencia.
Somos lo que Comemos
Comer es imprescindible para vivir, pero también co-memos para obtener placer, por aburrimiento, para calmarnos, para no pensar, para reunirnos con amigos y familia, para celebrar, para seducir. Y vivimos rodeados de estímulos que incitan a comer: programas de TV, publicidades, restaurantes, bares, kioscos y comercios con góndolas rebosantes de alimentos y bebidas, al alcance de nuestra mano.
En ese sentido, la industria ha logra-do producir alimentos a gran escala, procesados y especialmente diseñados para el consumo, a tal punto que no siempre sabemos qué es lo que en verdad consumimos cada vez que comemos.
Mónica Katz nos introduce en el apasionante mundo de la alimentación y descompone en todas sus facetas el prisma de esa actividad humana.
¿Por qué nos gustan tanto ciertas comidas y por qué rechazamos otras? ¿Qué función cumplen los sentidos en la selección y el consumo? ¿Cómo utiliza la industria esos conocimientos? ¿Qué responsabilidad tiene el Estado en el control y la producción de alimentos? ¿Cuáles son beneficiosos para nuestro organismo, cuánto debemos consumir y cómo tenemos que hacerlo para lograr, sin recurrir a ninguna dieta, disfrutar de la comida y ganar en salud?
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El ABC de la obesidad
El sobrepeso y la obesidad están fuera de control. En la Argentina, más del 20% de la población sufre obesidad y más del 60% padece de sobrepeso. Se calcula que para 2015 habrá, a nivel global, aproximadamente 2300 millones de adultos con sobrepeso y más de 700 millones con obesidad.
Todo indica que la obesidad es una escandalosa crisis de muerte lenta. Los profesionales de la salud debemos ser activos, cambiando entre todos, nuestra mirada sobre la obesidad.
Para ello, considerarla patología y no mero problema estético, es, sin duda, un imprescindible primer paso.
En la Argentina, la Ley de Obesidad (26.396) establece que la obesidad es una enfermedad y un problema sanitario, es decir, que deben adoptarse políticas de gobierno dirigidas al público que padece esta patología. Gracias a esta legislación, los tratamientos para bajar de peso, incluidas las alternativas quirúrgicas, deben estar incluidos en el Programa Médico Obligatorio (PMO)1.
La mayoría de los casos de obesidad son de origen multifactorial. Se reconocen factores genéticos, metabólicos, endocrinológicos y ambientales. Sin embargo, la obesidad por sobrealimentación asociada a sedentarismo constituye la principal causa. En los últimos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS-‐WHO) y la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) han señalado que, tanto en los países industrializados como en los países en vías de desarrollo, se está presentando un cambio fundamental: la transición nutricional. Se trata del cambio que va desde un consumo de alimentos mínimamente procesados, con alta densidad nutricional, caseros, asociados a vidas activas, a la ingesta de alimentos de alta densidad calórica y baja densidad nutricional sumados a un sedentarismo casi obligado. Este fenómeno es resultado de la interacción de factores de índole económico, cultural y emocional. Entre otros, se pueden citar el incremento en la producción y el variedad de alimentos, el aumento en el tamaño de las porciones, las limitaciones de tiempo para preparar alimentos y comer en casa comida casera, el ritmo de vida cada vez más acelerado, la difusión del modelo de delgadez como sinónimo de belleza y éxito, el avance de la tecnología y el progreso.
Todo esto ha generado una situación paradójica: por un lado, existe sobrealimentación asociada a obesidad, mientras que, por el otro, persiste, en algunos sectores de la población, la desnutrición.
Más que un cuerpo
El mar; su inmensidad. Una belleza sobrecogedora rodea a un pequeño barco pesquero. Una eternidad alrededor y una bella mañana de calma.
Sin que su capitán ni su tripulación lo sospechen siquiera, dos monstruosas tempestades están por encontrarse. Una, de origen frío en el continente y otra, de origen caliente, desencadenarán un fenómeno meteorológico de tormenta: unas olas de más de veinticinco metros de altura que hacen estragos en yates y barcos contenedores que son azotados. Y que se acerca al Andrea Gail donde los marineros llenan las bodegas con la pesca.
Por radio les avisan desde la costa, pero sin medir las consecuencias ni saber la magnitud del fenómeno, deciden enfrentarla. Solos ante el peligro, la lucha entre la tripulación del Andrea Gail y las poderosas fuerzas de la naturaleza desatadas en esta gran tormenta es épica.
Así podría resumirse este relato. En este caso, La tormenta perfecta, una película que me quedó resonando desde que la vi. Porque esa historia puede ser la metáfora de nuestras propias historias. Porque muchas veces no detectamos el peligro o no medimos las consecuencias que nos llevan a ver una realidad y a tomar decisiones. Cada uno de nosotros enfrenta su propia tormenta perfecta, aquella en la que se combinan distintos factores para crear un escenario del cual parece que no podemos salir ilesos.
La tiranía de la belleza de la que hoy somos protagonistas, y espectadoras pasivas, se viene formando ya desde hace un tiempo, como esta tormenta. Y son al menos cuatro factores los que lamentablemente conviven para empujarnos a ese lugar: el discurso de los medios de comunicación; la creciente epidemia de “dietismo”; un ideal de belleza inalcanzable; y un modelo cultural reinante validado por la sociedad y muchas de sus instituciones (incluida la familia).
Episodio Más que un cuerpo, de Mónica Katz de Penguin Random House Grupo Editorial
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Obesidad: encrucijadas y abordajes
La epidemia de obesidad resulta, hasta el momento, imparable. Y las consecuencias pronto se volverán realidad: se cree que la expectativa de vida de las nuevas generaciones tal vez sea menor que las de sus progenitores.
Sin embargo, a lo largo de la mayor parte del siglo XX, la preocupación, tanto de gobiernos, entidades internacionales, profesionales de la salud y agroindustria, se ha centrado predominantemente en la inseguridad alimentaria y la desnutrición.
Tanto la compleja naturaleza de la obesidad y sus comorbilidades como todos los aspectos de su abordaje clínico o sanitario precisan de un cambio de paradigma y estrategias sostenibles.
Para concretar ese cambio se torna imprescindible contar con capital humano capacitado que no solo colabore en el tratamiento de los pacientes, sino que forme parte de instituciones gubernamentales y del sector empresarial para transformar el entornoobesogénico en el que vivimos.
Este manual de obesidad está dirigido a profesionales, estudiantes y comunicadores de todas las áreas relacionadas con la salud, y en especial de medicina, nutrición, psicología y ciencias del deporte. Con él proponemos desandar el peligroso trayecto que la obesidad viene recorriendo: con nuevos conocimientos, planteos innovadores, controversias, desafíos futuros, paradigmas que rompen antiguos esquemas y recursos prácticos.
El Método No Dieta
A diez años de No Dieta
Debo confesarte: ¡Estoy muy emocionada! Hace exactamente diez años, sentada frente a una computadora como la que tengo delante en este momento, escribí No Dieta. Puentes entre la alimentación y el placer. El primero de la serie, un libro que no pasa de moda, un long-seller.
Cuando hace algunos años me preguntaron cómo nació No Dieta, reconozco que no lo tenía muy claro. Luego de un tiempo, durante uno de esos largos vuelos que gracias al destino y a mi profesión suelo disfrutar, tomé conciencia de que surgió cuando me atreví a desafiar la práctica habitual de los años ochenta de prohibirles a los pacientes diabéticos los carbohidratos. Recuerdo mi audacia (creo en la medicina basada en la evidencia, pero también en la intuición y la creatividad) de prescribirles chocolate a personas con diabetes y también, su alivio y la evidente mejoría en su autorregulación alimentaria.
Me obsesionaba tratar de comprender por qué tanta gente se embarcaba una y otra vez en dietas extremas, mágicas. No soportaba el relato repetido de pacientes maltratados con dietas pasadas de boca en boca o aquellas indicadas por colegas que seguían creyendo en un paradigma ya perimido. Escuchalo aqui: Compralo en
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